Es la enfermedad neurológica producida por una alteración del flujo sanguíneo cerebral, que en muchos casos, puede terminar con secuelas físicas, cognitivas o conductuales en quien lo padece. Se estima que uno de cada 6 personas tendrá un AVE a lo largo de su vida, con una tasa de mortalidad del 30% y de discapacidad del 40%. Actualmente se ha visto un aumento de los casos en adultos jóvenes, principalmente debido al estilo de vida poco saludable. Así, el AVE es la segunda causa de muerte en la población general, y la primera causa de discapacidad adquirida en el adulto.

Existen dos tipos de Accidente Vascular Encefálico, el AVE isquémico (infarto cerebral), producido por un coágulo que obstruye el paso de sangre, y el AVE hemorrágico (hemorragia cerebral), debido a la rotura de un vaso cerebral.

Los factores de riesgos que aumentan la probabilidad de padecer un AVE son:
Hipertensión Arterial, Diabetes Mellitus, Fibrilación Auricular (arritmia cardíaca), Dislipidemia (colesterol y triglicéridos elevados), Obesidad, Sedentarismo, Consumo de tabaco y alcohol.

Prevención

El 80% de los casos de AVE se podría evitar, con una adecuada prevención de los factores de riesgo y un estilo de vida saludable. Para esto, se recomienda un bajo consumo de sal (menos de 5 gr al día), de azúcar y grasas, eliminar el consumo de tabaco y reducir el de alcohol, controlar el peso corporal y llevar un control responsable de las patologías crónicas involucradas. En relación al ejercicio, se sugiere realizar mínimo 150 minutos semanales de actividad física aeróbica, de intensidad moderada, o bien 75 minutos de actividad física aeróbica vigorosa a la semana.

Detección precoz

La instalación brusca (en segundos o pocos minutos) de pérdida de fuerza o de sensibilidad de una mitad del cuerpo, dificultad en la expresión o la comprensión del lenguaje, “caída” de un lado de la cara, cuando esta afecta sólo alrededor de la boca, visión doble o ceguera en un campo visual (a derecha o a izquierda), deben hacer consultar inmediatamente a un servicio de urgencias, donde la evaluación clínica del médico de urgencias o del médico neurólogo, y la realización de Tomografía Axial Computarizada (TAC) o Resonancia Nuclear Magnética (RNM) de cerebro, confirmarán el diagnóstico.

Tratamiento

El manejo del AVE es exclusivamente hospitalario, comienza en el Servicio de Urgencias con medidas generales y continúa en la Unidad de Pacientes Críticos con intervenciones más específicas de acuerdo al tipo de AVE y características del paciente. En el caso del AVE hemorrágico, las medidas de neuroprotección, el control de la hipertensión arterial y la cirugía descompresiva para los casos más graves, forman parte del manejo inicial de esta enfermedad; para el AVE isquémico, además de lo ya mencionado, quienes sean atendidos con pocas horas de evolución una vez iniciado los síntomas neurológicos, pueden beneficiarse con la administración de un fármaco que disuelve el coágulo causante de la obstrucción sanguínea, por vía venosa periférica (trombolisis intravenosa) o en casos más específicos, por cateterismo arterial (trombolisis intraarterial). Para todos los casos, el tiempo trascurrido desde la instalación de los primeros síntomas del AVE hasta la atención por el equipo de salud es relevante en la toma de decisiones terapéuticas, teniendo en cuenta que mientras más precoz sea ésta, mejor serán los resultados para el paciente.

Si bien el desarrollo tecnológico en el diagnóstico por imágenes y en el tratamiento específico del AVE ha permitido mejorar la calidad de atención de los pacientes, nada es más efectivo que adoptar oportunamente las medidas de prevención de patología cerebrovascular, y en el caso inevitable que ocurra un AVE, consultar rápidamente al servicio de urgencias para el tratamiento oportuno, y así, reducir la discapacidad neurológica a largo plazo.

Dr. Sergio Urrutia Lagos